Entre 1281 y 1554, el Castillo de Escalona vivió una de las historias más fascinantes de Castilla. Una auténtica Corte de los Prodigios con todos los elementos de los grandes relatos: ambición, intriga, poder, lujo y muerte. Aquel mundo desapareció pero sus huellas siguen por todas partes...
Año 1448. Faltaban poco más de cuarenta años para que Cristobal Colón llegase a América. Escalona era la capital del estado señorial más importante de Castilla y su señor, don Álvaro de Luna, era el personaje más poderoso del reino... Según muchos, más incluso que el propio rey, Juan II, que mantenía con él una relación intensa, de dependencia... tal vez incluso más...
Para dejar bien patente su posición, don Álvaro de Luna había levantado en el interior del Castillo un palacio en el que organizaba unas fiestas espectaculares donde el lujo y la ostentación asombraban a los invitados. Aquélla fue la Época de Oro de esa Corte de los Prodigios que surgió en torno al Castillo de Escalona.
Una realidad que superó a la ficción
Sin embargo la historia no había empezado ni iba a terminar con él. La época legendaria del Castillo de Escalona es la historia de cuatro nobles, poderosos e intrigantes, que pretendieron manejar los hilos de la Monarquía, haciendo del propio Castillo un icono -y un pilar- de su poder: El infante don Juan Manuel, don Álvaro de Luna y los dos primeros Marqueses de Villena y Duques de Escalona, Juan Pacheco y su hijo Diego López Pacheco...
A lo largo de más de 200 años, esos cuatro señores iban a hacer de Escalona un mundo propio en el que la realidad acabaría por superar a la ficción.
Todos ellos fueron ambiciosos, intrigantes, cultos, poderosos y, sobre todo, deseosos de serlo más. Todos fueron además el más firme sostén de sus respectivos reyes, pero no dudaron en levantarse en guerra contra ellos. De hecho, dos monarcas llegaron a venir al frente de sus ejércitos y acamparon frente al Castillo para intentar asaltarlo... Años después sería la propia Inquisición la que llegaría a las puertas del Castillo, alarmada por las prácticas prohibidas que se amparaban entre sus muros...
Un final a la altura de la historia
Y casi al final, con la Edad Media ya vencida, un quinto personaje se iba a encargar de poner el broche a esa extraordinaria Corte de los Prodigios. Fue el Lazarillo de Tormes, que se iba a convertir en el último y -de alguna manera- sorprendente protagonista final de esta historia. No fue señor del Castillo, ni favorito del rey... Es más, ni siquiera existió, pero comparte muchas de las características que hicieron posible aquella Corte de los Prodigios. Además, vivió en Escalona la que tal vez fuera la experiencia más importante de su vida. Cuando consiguió liberarse de su amo ciego y empezó a ser dueño de su destino.
Esta historia acaba, pues, en 1554, el año en que se publicó El Lazarillo de Tormes, que situó en Escalona uno de los grandes episodios de la Literatura castellana.
El final de la Edad Media se llevó aquel mundo y el olvido hizo el resto. Pero ahora tienes la ocasión de darle una nueva vida.
Allá por 1335, el Infante don Juan Manuel, cansado de años de lucha e intriga, se refugió en la Literatura. Y eso fue lo que realmente acabaría por hacerlo inmortal. Su obra más recordada es El Conde Lucanor, un libro de cuentos que se convirtió en una de las obras clave de la Literatura medieval castellana. Hoy, casi 700 años después, te sorprenderás de lo vivos que pueden seguir estando.
Es uno de los rincones más desconocidos del árbol genealógico de la Casa Real española. Isabel la Católica, el emperador Carlos V, Felipe II... Todos ellos descienden del infante don Juan Manuel, señor de Escalona, nacido en el Castillo y autor de El Conde Lucanor, una de las obras de referencia de la historia de la Literatura castellana.
Fue el mayor momento de gloria de don Álvaro de Luna... y el comienzo de su desgracia. Ocho días de fiesta. Torneos, justas, banquetes, bailes, oro, joyas, tapices de seda, piedras preciosas, unos reyes asombrados... demasiado... El Castillo resplandeció como nunca lo había hecho... y como nunca más lo volvería a hacer.
Al terminar las fiestas de 1448, la reina regresó a la Corte absolutamente asombrada... aunque no en el modo que hubiera deseado don Álvaro de Luna. Asombrada por el lujo y el ambiente que reinaba en Escalona, más propio de grandes reyes extranjeros que de nobles castellanos, y asombrada también por el enorme ascendiente que el Condestable tenía sobre su marido el rey. Eso se tenía que acabar.
El final de Álvaro de Luna iba a estar a la altura de su vida desmedida. En abril de 1453 fue apresado en Burgos. Las maniobras del Marqués de Villena, el descontento de muchos nobles y las sospechas de la reina habían dado sus frutos. El Condestable estaba acostumbrado a acometidas como éstas pero esta vez la reina se había encargado de que el rey no tuviera la tentación de salvar a su amigo.
Juan Pacheco es el tercero de los grandes protagonistas de esta historia y, como los otros, probablemente el hombre más poderoso de su tiempo. Sentía una auténtica obsesión por don Álvaro de Luna y no descansó hasta hacerse con su Castillo. Primer Marqués de Villena y primer Duque de Escalona, no iba a tener, sin embargo, tiempo para disfrutar de su triunfo. ¿Se puede decir que estaba escrito?
Las paredes del Castillo albergaron las reuniones de una secta mística que encendió las alarmas de la Inquisición. Amparados por el propio Duque de Escalona y Marqués de Villena, los “Alumbrados de Escalona” son la gran referencia de los iluministas españoles. Ésta es su historia.
El Lazarillo de Tormes es el sorprendente final de la Corte de los Prodigios. Aparentemente no tuvo nada que ver con los otros protagonistas pero tal vez no sea casualidad que fuera aquí donde Lázaro se hiciera mayor. El Lazarillo vino a Escalona y aquí se liberó de sus “demonios”... Como tú mismo puedes hacer en el lugar en el que están ambientados los hechos...
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