Tras las huellas de un mundo legendario
Queremos proponerte que sientas la fascinación de aprender a mirar a tu alrededor con otros ojos y descubrir el alma de un mundo legendario a partir de las huellas que dejó.
La maldición del Castillo de Escalona
1. Historias de La Corte de los Prodigios

La maldición del Castillo de Escalona

No parece estar escrita en ningún sitio, pero la realidad cuenta que los señores medievales del Castillo de Escalona iban a morir repentinamente o de forma trágica. Así ocurrió con cinco de ellos. Otros tres se salvaron... pero los tres tenían coartada...

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Una maldición no escrita... pero que se cumple

El primer señor de Escalona fue el infante don Manuel, que había recibido el Castillo de manos de su hermano el Rey Alfonso X el Sabio. Aunque lo primero que hizo fue trasladarse a vivir en él, apenas tuvo tiempo para disfrutar del Castillo. Un año después nacía en él su hijo el Infante don Juan Manuel, pero al año siguiente el primer señor de Escalona iba a fallecer de forma repentina. Entonces nadie observó nada especial.

 

Le sucedió su hijo, don Juan Manuel, que éste sí, iba a morir a los 66 años tras una vida intensa... Hasta ahí, pues, nada especial... Fue con sus sucesores cuando alguien empezó a prestar atención a las “casualidades”.

 

En 1348 heredó el castillo su hijo, el Infante Fernando Manuel, que se convirtió en señor de Escalona con 16 años. Por aquel entonces había empezado a reinar en Castilla Pedro I (que luego sería conocido con el sobrenombre de “el Cruel”). El rey enfermó gravemente, y el infante Fernando Manuel estuvo en más de una intriga, tanteando una buena posición en caso de muerte del rey. El rey sanó, pero Fernando Manuel murió de forma repentina, probablemente envenenado... Tenía 19 años.

 

A pesar de su juventud, había tenido la ocasión de tener una hija. Era la pequeña Blanca Manuel, que en 1351 heredó el señorío con solo 2 años. Cuando tenía 13 murió de forma repentina... También se habló de veneno...

 

 

Unas misteriosas casualidades

 

Desde que la familia Manuel había obtenido el Castillo de manos del rey Alfonso X el Sabio, tres de sus cuatro “titulares” habían muerto de forma repentina: el infante don Manuel, el infante Fernando Manuel y su hija Blanca... Como si una especie de extraña venganza persiguiera a todo aquel señor del Castillo que no fuera rey.

 

El infante don Juan Manuel había sido el único de los cuatro que había podido disfrutar de una vida larga... Pero claro, él había nacido en el propio Castillo... Como si la fortaleza le hubiera perdonado la vida por ello...

 

El quinto “titular” del Castillo no tenía pues, un panorama alentador delante de sí. El “honor” le correspondió a otro de los hijos del infante don Juan Manuel, su hija Juana Manuel (... ya no olvidarás nunca cómo se llamaba...).

 

 

¡Salvada!

 

Sin embargo Juana no iba a morir de una forma repentina ni trágica... Se casó con uno de los principales nobles del reino, Enrique de Trastámara... y quién sabe si eso fue lo que le salvó la vida...

 

Enrique, el nuevo “señor consorte”, era otro intrigante nato y, como había hecho su suegro el infante don Juan Manuel, también se rebeló contra su rey (en esta ocasión el rey seguía siendo Pedro I el Cruel, que además era su hermanastro).

 

Enrique resultó vencedor de la “Guerra de los Hermanos” y mató con sus propias manos al rey Pedro. Así fue como Enrique de Trastámara, esposo de Juana Manuel y señor consorte de Escalona, se convirtió en el rey Enrique II de Castilla, primer rey de la dinastía Trastámara.

 

¿Y cómo, pues, pudo esta historia “salvar la vida” de Juana?

 

... Por la curiosa circunstancia de que con su boda con Enrique de Trastámara y el posterior acceso de éste al trono, Juana Manuel se convirtió en reina de Castilla, haciendo que el Castillo de Escalona volviese de nuevo a la casa real. No había, pues, ninguna maldición que padecer. Su señor era de nuevo un rey.

 

Ochenta años después del “regalo envenenado” de Alfonso X el Sabio, el Castillo era de nuevo posesión real... ¡Misión cumplida!

 

 

La historia continúa...

 

Sin embargo, esto no iba a ser por demasiado tiempo. Setenta años después el rey de Castilla, Juan II, iba a poner por segunda vez el Castillo de Escalona en manos de un noble muy notable: en esta ocasión, don Álvaro de Luna, el segundo de los “protagonistas” de este relato. La historia comenzaba de nuevo... e iba a llegar hasta límites insospechados.

 

Don Álvaro iba a tener la oportunidad de hacer grande el Castillo y disfrutarlo durante muchos años... sin embargo iba a acabar teniendo una muerte trágica a la altura de las grandezas que había levantado para el Castillo: fue ajusticiado en la plaza pública de Valladolid. Le cortaron la cabeza y la clavaron en una pica.

 

Menos tiempo tuvo para disfrutarlo su sucesor y enemigo declarado, Juan Pacheco, Marqués de Villena. Consiguió que el rey Enrique IV creara para él el Ducado de Escalona, pero murió cuatro años después de hacerse con el Castillo. Era el quinto.

 

El último de los personajes de nuestra historia, Diego López Pacheco, hizo del Castillo su casa y murió en él con más de 80 años de edad... ¿Qué había pasado?... Probablemente que la Edad Media había terminado y con ella la maldición del Castillo... ¿o no?... Hay alguna que otra extraña coincidencia... Pero eso, mejor dejarlo para otra ocasión...

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