Las paredes del Castillo albergaron las reuniones de una secta mística que encendió las alarmas de la Inquisición. Amparados por el propio Duque de Escalona y Marqués de Villena, los “Alumbrados de Escalona” son la gran referencia de los iluministas españoles. Ésta es su historia.
Los Alumbrados fueron un pequeño grupo de “iluministas” que habían comenzado su andadura en tierras de Guadalajara, pero que pronto se fueron trasladando a Escalona donde encontraron la protección del Marqués de Villena.
Unos años antes de que Lutero publicase sus famosas tesis, amparados detrás de las paredes del Castillo de Escalona, los Alumbrados fueron fraguando una espiritualidad que estaba basada en la relación directa con Dios, sin intermediación de clérigos. Estaban en contra de las oraciones públicas, de las imágenes y de buena parte de la liturgia. Decían que Jesús no estaba realmente presente en la eucaristía y consideraban innecesarias el agua bendita o la confesión.
El movimiento había sido fundado por una mujer... otra mujer en esta historia... Se llamaba Isabel de la Cruz, y pronto contó con la colaboración de un discípulo, Pedro Ruiz de Alcaraz, que, en las reuniones del Castillo, enseñaba al Marqués, a su esposa y a sus invitados a leer e interpretar las Escrituras.
Como la pólvora...
Eran sesiones intensas y apasionantes que en poco tiempo despertaron la curiosidad entre quienes oían hablar de ellas. La servidumbre del Marqués, el alcalde de Escalona y otras personas notables participaban de las nuevas creencias. Algunas casas de la villa celebraban reuniones privadas y a las afueras, junto a la carretera de Nombela, el recién creado convento franciscano masculino se convirtió en un auténtico faro de las ideas iluministas.
Era solo cuestión de tiempo que el asunto llegase a los oídos de la Inquisición... Y lo hizo. Para entonces Lutero ya había publicado sus tesis y las ideas que estaban siendo amparadas en Escalona por uno de los principales nobles del reino de Castilla empezaban a parecérseles demasiado... Escalona se estaba convirtiendo en un peligroso foco de herejía que había que cortar de raíz.
La Inquisición toma cartas
Las cosas no acabaron bien. La Inquisición celebró un proceso. El Marqués no salió perjudicado. Era demasiado poderoso. Pero tanto Isabel de la Cruz como Pedro Ruiz de Alcaraz fueron condenados a cadena perpetua, y el propio Alcaraz fue conducido a la arena de la Plaza de Escalona y allí fue azotado públicamente.
El episodio dejó huella en el Marqués -otra más-. Por entonces se acercaba ya a los 80 años y su reino no era de este mundo. Don Diego López Pacheco vivía en pura espiritualidad... aunque después de la experiencia, trató de no salirse de lo permitido. Él y su esposa, Juana Enríquez, pasaron sus últimos años volcados en obras de caridad. Dentro de la villa levantaron un hospital para socorrer a los pobres y a los peregrinos. También levantaron, fuera de los muros de la villa, un convento de religiosas franciscanas destinado a la caridad... y a albergar a sus hijas...
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