Don Álvaro de Luna organizó la fiesta para celebrar el segundo matrimonio del rey Juan II. Había sido el propio Condestable el que había maniobrado para concertar el enlace del rey con Isabel de Portugal y así apartar a los aragoneses de Castilla. De hecho, poco más de dos años después de la fiesta de Escalona el nuevo matrimonio tendría su primera hija, lo que parecía consolidar la estrategia... Una niña a la que pusieron el nombre de su madre, Isabel, y que llegaría a reinar como Isabel la Católica...

Las celebraciones de 1448 habían sido la fiesta más memorable de las que había noticia, y los cronistas que la presenciaron dicen que el séquito de la reina estaba asombrado. Y es que don Álvaro había montado una auténtica escenografía.

El “gran momento” de don Álvaro

Sobre la puerta de entrada al palacio, la piel de un enorme león con las fauces bien abiertas, que le había regalado un rey moro del Norte de África, recibía a los visitantes.

En el interior, las paredes recubiertas de paños franceses de seda y oro, las vitrinas repletas de vajillas de oro y piedras preciosas. En el patio de armas, construcciones de madera, especialmente edificadas y decoradas para que los asistentes pudieran disfrutar cómodamente de los juegos y las justas.

Y en el interior, unos banquetes a la vez refinados y suntuosos. Nada se dejó al azar. En las mesas, los invitados convenientemente sentados de acuerdo con un protocolo establecido previamente, siempre alternando un caballero y una dama. Los platos, con los manjares más exquisitos, entraban al son de trompetas.

Después de los banquetes, torneos a la luz de unas enormes antorchas, colgadas del techo con finos hilos metálicos, que daban la impresión de flotar en el aire. Y luego, música, baile, sesiones literarias en las que se recitaban textos de escritores de moda e incluso obras escritas por el propio Condestable.

Aquella fiesta supuso el “gran momento” de don Álvaro de Luna... y también fue el comienzo de su final. Tal como había planeado, las celebraciones habían impactado a la nueva reina y a su séquito portugués... Les había impactado... demasiado...