El segundo de los protagonistas de nuestra historia es don Álvaro de Luna. Condiderado por muchos como el hombre más poderoso del reino, su ambición no tenía límites y Escalona fue el “teatro” en el que se encargó de escenificar ese poder
Don Álvaro de Luna ponía toda su capacidad de intriga en favor del rey y éste le compensaba con generosidad. Lo convirtió en su privado e hizo de él el hombre más poderoso del reino.
En 1424 el rey Juan II le hizo señor de Escalona. Era la segunda vez que el Castillo dejaba de pertenecer a la corona... Eso sí, le ordenó que siempre debía tener preparados aposentos en el Castillo para él cada vez que quisiera utilizarlo... Y el rey hizo uso de este privilegio una y otra vez a lo largo de muchos años...
La sombra del Papa Luna
Curiosidades del destino, prácticamente al mismo tiempo que don Álvaro de Luna se convertía en señor de Escalona, el que había sido su valedor, el Papa Luna, moría en su castillo de Peñíscola.
Y aquí, en tierras de Toledo, como había ocurrido a orillas del Mediterráneo, un castillo en lo alto de un risco y con el agua a sus pies... se llenó casi a partes iguales de heterodoxia... y de escudos con la luna...
La casa más principal de España
Álvaro de Luna respetó en el Castillo todo el sistema de murallas y torres que había heredado del infante don Juan Manuel, pero derribó el antiguo palacio que había en el interior de los muros de la fortaleza y en su lugar planeó uno espectacular. Una casa que debía estar a la altura del noble más importante del reino y el privado del rey. Un palacio que, por encima de todo, debía estar destinado a deslumbrar.
Las crónicas dijeron del Castillo que era “la casa más principal que había en España”. Quienes lo conocieron contaron maravillas de él, e incluso viajeros que lo visitaron trescientos años después todavía lo describían como “un edificio notable y muy magnifico en grandeza y fortaleza y que apenas habrá otro que le iguale en el Reyno”.
El Tesoro de Escalona
Las fiestas que se celebraron en su interior fueron asombrosas, y tras sus muros guardaba un enorme tesoro almacenado en cofres llenos de monedas y joyas. “El Tesoro de Escalona”, como llegó a ser conocido, se convirtió en casi una leyenda, acrecentada por el hecho de que el Condestable siempre llevaba en sus viajes varios cofres repletos de riquezas... por si había que allanar el camino en alguna negociación...
Cuando, pasado el tiempo, el Condestable cayó en desgracia, el propio rey Juan II que tanto le había favorecido, reclamaría a su viuda dos tercios de ese Tesoro.
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