El Alberche es un río único. Nace en las cumbres de la Sierra de Gredos y pasa la mitad de su vida en ella transcurriendo de Oeste a Este. Pero al llegar al final de la Sierra, sucede el “prodigio” (un “codo de captura” lo llaman los geólogos). En un momento de la Historia, el Alberche decidió cambiar su curso. Dio un giro de 180 grados y desde entonces pasa la segunda parte de su vida transcurriendo en sentido contrario, a los pies de la misma Sierra, como si no quisiera apartarse de ella, hasta morir en el Tajo con las mismas cumbres de Gredos en las que nació como telón de fondo.

La "selva" del bosque de ribera

Casi milagrosamente el Río ha mantenido su estado natural a través de los tiempos. Transcurre deshecho en numerosos brazos que se entrecruzan formando islas de arena y vegetación, en el interior de un denso bosque de ribera lleno de rincones. Luego al llegar a los pies del castillo y de la villa se abre en un inmenso arenal, como queriendo liberar todos los aromas capturados durante el viaje. Y después, de nuevo se interna en la selva del bosque de ribera. Y vuelta a empezar.

Esa personalidad rebelde y heterodoxa, ese transcurrir sensual, ese espíritu teatral y hasta esa tozudez para seguir manteniendo vivos sus atributos a pesar de los siglos y de los hombres, le dan un enorme carácter. Y a pesar de ello, es un río amable, de esos que dejan que entres en él de forma natural y te sientas un personaje más de la historia.

Recorrerlo es entender el alma de Escalona... Es tener las claves para descubrir qué fue lo que hizo posible esa forma tan especial de entender el mundo.