En diferentes puntos del casco intramuros encontrarás unos paneles que recuerdan esa huella y te ofrecen un pequeño fragmento de una de sus obras. Recorrer el camino entre uno y otro será una forma diferente de vivir Escalona. Sin prisa. Podrás ir descubriendo los textos, disfrutar del recorrido y respirar la paz en la que viven sus calles. Su trazado es básicamente el mismo que al final de la Edad Media.

Además, para hacer más atractiva la experiencia, cada panel cuenta con un "contenido extra", al que se accede desde el teléfono móvil o la tablet a través de un código QR. El contenido extra en unos casos te permitie leer el resto de un cuento que ha quedado a medias, en otros te propone textos relacionados con el que acabas de leer y en otras ocasiones te comenta hechos curiosos en torno al mismo. 

El Lazarillo de Tormes

La referencia más conocida es El Lazarillo de Tormes, de autor anónimo, publicado en 1554. La obra centra el final de su primer libro en la Plaza de Escalona. Aquí vive Lázaro sus últimas peripecias con su amo ciego, al que abandona en la misma Plaza, inconsciente, tras hacer que se golpease la cabeza con una de las columnas de sus soportales. Este hecho hizo que de Escalona saliera un Lázaro muy diferente del que había entrado.

El Conde Lucanor

El Conde Lucanor (publicada en torno a 1335) es la obra más conocida del infante don Juan Manuel, señor de Escalona y nacido en el propio Castillo en 1282. Muchos de los cuentos que forman la obra siguen teniendo una enorme vigencia hoy en día. Dos paneles recuerdan al escritor. La propia Escalona aparece mencionada en el cuento 33, en el que don Juan Manuel hace a su padre, el infante don Manuel, protagonista de una historia que transcurre en los bosques cercanos a la Villa.

De Santa Teresa a Juan de Mena

Menos obvia (pero no menos real) es la relación de Escalona con otros grandes escritores. Está documentada la presencia de Santa Teresa de Jesús en el Castillo, al menos en 1568, convaleciente de una enfermedad en uno de sus viajes entre Toledo y Ávila. Juan de Mena estuvo muy ligado a don Álvaro de Luna y al rey Juan II, con quienes compartió sus veladas literarias. En su obra principal, Laberinto de Fortuna (1444), dedica unos versos al propio Condestable. 

Jorge Manrique y la muerte

También dedicó una mención a don Álvaro de Luna en su obra cumbre otro de los grandes escritores medievales castellanos: Jorge Manrique. Fue en las Coplas a la Muerte de su Padre, aunque en este caso fue una mención negativa. Don Álvaro y el padre del escritor fueron enemigos a lo largo de su vida y ese sentimiento iba a continuar con su hijo. Lo curioso del caso es que Jorge Manrique iba a tener una última relación con Escalona en su muerte. Y es que en 1479 iba a morir luchando contra el entonces señor de Escalona, el II Marqués de Villena, Diego López Pacheco, en la guerra civil que enfrentaba por el trono de Castilla a Isabel (la Católica) con la princesa Juana (la Beltraneja). El poeta quedó herido de muerte en uno de los combates. Al conocer la noticia, el señor de Escalona envió a sus propios médicos para tratar desalvarle la vida, pero fue imposible.

De reyes y clérigos ilustrados

Escritor... y por supuesto rey, fue Alfonso X el Sabio. Y su relación con Escalona marcó el futuro de la Villa. Desde su fundación, Escalona había formado parte de los territorios que pertenecían directamente a la Corona y fue Alfonso X quien por primera vez se la entregó a un noble. Fue a su hermano el infante don Manuel. Entonces no podía saberlo, pero con esa decisión estaba haciendo posible eso que hemos llamado La Corte de los Prodigios.

Menos conocido que todos ellos es Fray Alonso de Molina, nacido en Escalona, y autor, en 1555 (un año después de publicarse El Lazarillo de Tormes), del Vocabulario en Lengua Castellana y Mexicana. Un completísimo diccionario castellano-náhuatl, que sentó las bases de todos los que se escribieron a partir de entonces.

Otros recuerdos...

En este recuerdo, merecen un puesto propio las Crónicas. Algunas de autor desconocido, Escalona aparece una y otra vez en las Crónicas que narraban los acontecimientos de la época. Como es natural, tuvo un papel esencial en la Crónica de don Álvaro de Luna, que ofrece algunas de las descripciones más sugerentes de aquella Corte de los Prodigios. Por último, deberíamos hablar de "la larga sombra" de don Álvaro de Luna, ya que de un modo u otro el Condestable fue protagonista de obras de diverso tipo desde el propio siglo XV hasta el siglo XX.