Todo empezó con un baúl

Beatriz de Silva era una de las damas que habían venido a Castilla con Isabel de Portugal, la esposa de Juan II, tras su boda en 1447. No se sabe a ciencia cierta cuántos años tenía cuando llegó a la Corte, pero lo que sí sabemos era que era joven y bella, y es muy probable que tuviera ocasión de brillar, como dama de la reina, en las famosas fiestas del Castillo de Escalona de 1448.

Beatriz siempre estuvo cerca de la reina. Cuando poco más de dos años después nació su primogénita, la futura Isabel La Católica, Beatriz fue de las primeras personas en acunarla entre sus brazos.

La reina había sido siempre más o menos consciente del interés que su dama despertaba entre los caballeros, pero empezó a preocuparse cuando los rumores apuntaron al propio rey. La reina, que habría de demostrar sobradamente que iba ser tajante respecto a las personas que podían ejercer una ascendencia especial sobre de su esposo, optó por poner en práctica una decisión casi tan radical como la que poco después acabó costando la cabeza a don Álvaro de Luna... aunque en este caso mucho menos sutil... Tal vez no era necesario...

El baúl

Según se cuenta, en 1451, estando en el castillo de Tordesillas, la reina planeó la muerte de Beatriz. Le pidió que la acompañase y cuando se encontraban en unas salas poco transitadas, la empujó dentro de un baúl que había preparado y lo cerró con llave. Cuando alguien acertase a pasar por ahí ya sería demasiado tarde.

Sin embargo su ausencia preocupó a sus allegados, que la buscaron y acabaron por dar con el baúl donde encontraron a la joven todavía con vida.

Beatriz contó que durante el tiempo que había estado encerrada lo había pasado muy mal, pero que no había perdido las esperanzas porque había tenido una visión de la Virgen, vestida con un hábito blanco y azul, que le había dicho que sería rescatada. Y contó que desde ese momento, había adquirido el compromiso de crear una orden consagrada al culto y honor de la Inmaculada Concepción de María, con el mismo hábito blanco y azul con el que la había visto en su visión.

Al Convento

Al verse de nuevo con vida, la joven abandonó la Corte y se trasladó a Toledo donde solicitó ingresar en un convento. Ocurriera lo que ocurriera en aquel baúl, la experiencia iba a cambiar su vida para siempre.

Beatriz vivió una vida rica en apariciones. Pasó el resto de su vida en Toledo, en un convento. En ese tiempo, mantuvo el contacto con la que sería Isabel la Católica, y años más tarde, con el apoyo de la ya reina Isabel, pidió autorización al Papa para fundar una congregación de Franciscanas Concepcionistas. Lo obtuvo. Y hoy, 500 años después, cuenta con 120 conventos entre Europa y Latinoamérica.

¿Realidad, leyenda...?

Siempre es difícil señalar dónde termina la historia y dónde empieza la leyenda. Sobre todo porque la leyenda acaba por ser parte de la propia historia. Es verdad que esta historia tuvo dos beneficiados: la reina, que se libró de un problema, y la Iglesia que descubrió una vía de renovación en tiempos de turbulencias.

Lo que sí es absolutamente cierto es que Beatriz de Silva fue canonizada como Santa en 1976, y la historia del baúl fue en la que se basó oficialmente su proceso de canonización.