Cuando el rey castellano Alfonso VI conquistó estas tierras allá por el año 1083, detrás de la línea del horizonte, no demasiado lejos, quedaron los reinos gobernados por  los árabes. Los musulmanes habían ocupado estas tierras durante 300 años y los reyes castellanos eran plenamente conscientes de que tarde o temprano acabarían por intentar recuperarlas.

Por eso sabían que un castillo, por fuerte que fuera, no bastaba para consolidar el territorio. La única solución era que además vinieran familias, que se asentasen en estas tierras y que las hicieran suyas. Así que en 1130 su sucesor Alfonso VII otorgó el llamado Fuero de Escalona. En él ofrecía una “segunda oportunidad” a quienes estuvieran dispuestos a vivir peligrosamente en la frontera... Y el milagro sucedió.

Decenas de familias aceptaron el reto. Llegaron hasta aquí, levantaron junto al castillo la muralla de piedras y cal que todavía puedes tocar, cultivaron las tierras que tienes delante, pusieron en ellas sus pequeños rebaños... y sufrieron una y otra vez el ardor guerrero que seguía viniendo del Sur.

Primero los Almorávides, luego los Almohades... Durante más de cien años llevaron una vida durísima... Ése, a fin de cuentas, había sido el trato... Una vida en la frontera a cambio de un posible futuro... Así nació Escalona.