El lateral de los arcos

Y es que, para empezar, la calle que esconde es en sí misma un primer resto histórico. A lo largo de toda la Villa, unas calles como ésta separaban la muralla de las viviendas y formaban un camino de ronda bajo, paralelo al que corría por su parte superior.

Con los siglos, la muralla perdió su labor guerrera y las viviendas cercanas acabaron por crecer hacia ella, por lo que ese camino de ronda desapareció prácticamente en todas partes... salvo aquí.

Esta pequeña calle es como la tramoya del escenario. Verás tres arcos que la cruzan por arriba. En realidad son arbotantes que sustentan las estructuras de la puerta de la muralla y de la iglesia. También verás la pequeña puerta de entrada a la escalera que sube hasta la torre de la iglesia, colocada, como puedes ver, en lo alto de la muralla...

Con esto llegas de nuevo a la fachada principal. A mediados del siglo XVII la nueva Colegiata era una realidad. Con tantas incidencias, el tiempo había ido pasando. Escalona no era ya aquel foco de riqueza y poder y no podía aspirar a una gran iglesia monumental. Pero no te engañes, las otras siguen viviendo en el recuerdo... y en sus huellas. Y son todas juntas, con sus historias, sus aventuras y sus desventuras, las que son en realidad “la iglesia de Escalona”.